jueves, 29 de septiembre de 2011

Jüdisches Museum Berlin, Dadá y Mallo

Por consejo de una de mis compañeras de piso -alemana, claro- je descubierto este curioso edificio que tanto violenta. Y no sólo, obviamente, por el contenido, como ocurre con un homólogo -podríamos decir- en Budapest que visité hace muchos años y del que me acuerdo perfectamente; sino por su exterior. El edificio dibuja una línea zigzageante, crispada. El material no es amable. Las ranuras que lo recorren nos llaman al corte, a la sangre si se quiere.Los bloques recuerdan al hacinamiento, la tipología es de barraca: trabajo, sudor y lágrimas desde que Adán comiera de la manzana.






Una compañera de clase ha realizado una performance dadaísta que me ha divertido mucho. Me ha chocado en nuestro ámbito académico que tirara papeles al suelo, gritara o se disfrazara de Tzara. Éste, por cierto, me despierta mucha ternura por su pareido con Kafka. 


Por último, destacar que he terminado de leer el primer ibro del Proyecto Nocilla: puro rizoma (cuánto me gusta esta palabra) que me ha recordado al Dos Passos de Manhattan Transfer; salvando, claro, las distancias. Es un pasar de unas historias a otras a un ritmo vertiginoso, reunidas por la metáfora del desierto en medio del cual se encuentra un árbol. CARGADO DE PARES DE ZAPATOS COLGADOS. Huella de seres pasados. A ello se suma la mirada poética (postpoética) de Mallo sobre la ciencia y las nuevas tecnologías y...listo. Me ha gustado. Y me planteo trabajarlo. Está lleno de líneas de fuga que abren caminos y más caminos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario