Como cuenta Victor Nieto en Rafael Canogar. El paso de la pintura, al pintor se le coló -como por un descuido, pienso yo- la figuración al final de los sesenta y en los años setenta hasta 1975 entre sus producciones artísticas. El lenguaje informalista parecía agotado y se decantó de nuevo por una cierta mímesis. Así, creó las obras que más me entusiasman de él. Obras dedicadas a la angustia, a la violencia, a la represión, a la censura. Obras que, en España, parecían dirigirse directamente contra Franco, pero que -como Nieto recalca repetidamente- no hacen más que reflejar un espíritu universal, como hiciera el informalismo. Así se legitima un arte.
Canogar pierde el color en esta etapa y los fondos de convierten en meros planos lisos, que resaltan las figuras fragmentadas que salen del plano mismo. Así focaliza nuestra mirada sobre lo importante. En ocasiones, hay sombras atacantes que rodean las figuras. Meras sombras. Lo importante son esos cuerpos que se elevan ante nuestros ojos maniatados, callados, mutilados, rotos.
Pintura, 1975 |
La familia, 1968 |
Canogar junto a uno de sus Encarcelados |
Esto sí que lo entiendo y no el informalismo: seré demasiado pedestre para tanta espiritualidad. Conmigo no debe ir la trascendencia.
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