Varios conceptos últimamente están llamando mucho mi atención. Pero hay uno que me vuelve a la cabeza repetidas veces. Lo oí de boca de González de Ávila -de nuevo- por vez primera y tiene raíz psicoanalítica. Se trata de un concepto observado por Jacques Lacan. Es la PULSIÓN ESCÓPICA. Semánticamente, "escópico" viene del griego "mirar". Se trata pues de la pulsión a mirar, esto es, de la fuerza que nos impulsa a convertirlo todo en imágenes. Según Lacan, ésta nace en el período del espejo, es decir, en ese momento de la infancia temprana en que al fin nos miramos al espejo y reconocemos nuestro yo. Es pues la base de nuestra capacidad estética. Y es la etapa en que al formar nuestro yo, al recogerlo de la imagen que nos devuelve el espejo nos vemos ya escindidos: él es yo y yo soy él, pero no somos los mismos. Es decir, aquello mismo que nos permite apreciar la belleza, sentir; es lo mismo que nos escinde, que nos rompe. ¿La belleza está entonces emparentada desde el inicio con el dolor, la angustia o la inseguridad?
Esta posibilidad de experimentar estéticamente, me ha llevado a disfrutar y sufrir Sex, lies and videotape (1989), la opera prima de Soderberg. Me encanta Andie MacDowell. Y actúa soberbiamente como una histérica absoluta que lleva una vida de mierda, infeliz, mujer florero y cornuda. De pronto aparece en su vida un "bohemio" sufriente, muy diferente de su marido, que es tan cerdo como para tirarse a la propia hermana de ella, una adicta al sexo-para-llenar-el-vacío-interior. Este hombre tiene, como ella, problemas con elsexo. Pero de otro tipo. Y se dedica a grabar a mujeres hablando de sus experiencias sexuales para después tocarse. Y piensa que así lo ha superado. Las soledades se unen, se enfrentan, se entienden. Caricias.
Perfecta.
Graciosa sensación de vintage por el VHS.
Curioso enfrentamiento entre hermanas: acomplejamiento mutuo.
Recuerdos a Lynch por ciertas estridencias sonoras.
Inteligencia referencia al psicoanálisis como la "oreja que escucha para ser pagada": el vídeo-confesión que después cumplirá su función en el que graba pero que al tiempo construye ese mismo yo del que hablábamos antes.
Dicen que tiene un final feliz. Es cierto. Pero para mí todo es amargo.
La mirada, la capacidad de mirar, el impulso hacia la imagen es el fundamento de todo arte y de toda estética, que siempre provienen de una experiencia. Y esta experiencia proviene de un espectador. Y éste, en mi opinión, es el que hace que un objeto cualquiera -todo arte lo es, todo el arte es un objeto- pueda ser considerado arte. Esa mirada -esa "pulsión escópica"- crea el arte -que no deja de ser, aún hoy en día, un concepto altamente elitista; y, por tanto, exclusivo y excluyente-. El arte es de todos y de todas las miradas. Incluso se puede añadir que todo es arte, siempre y cuando ese "todo" -que son muchos todos, que son muchos trozos de realidad, que son muchos objetos- tenga la capacidad de provocar cualquier tipo de sentimiento en el espectador.
ResponderEliminarEn cuanto a la película, me ha dejado el mismo cuerpo que hace aproximadamente siete años: estupor, placer, dolor: pura sexualidad/sensualidad.
Es cierto, que a veces todo recuerda a Lynch: la atmósfera, el color y, sobre todo, la música y los ruidos ambiente.
Por último, siento una gran devoción por el VHS, crecí con él, conocí el cine con él, grabé cientos de películas con él, borré otras muchas para grabar encima otras -como si fuesen palimpsestos- con él... Practicamente, es un ente en sí mismo.
Gran entrada. Abrazos y miradas desde el Apartamento Stroszek.
Marta y Rodrigo:
ResponderEliminarEl sábado recibo la visita de un amigo diseñador afincado en Madrid. Planeabamos hacer algo en la noche salmantina. Sería estupendo encontrarnos con vosotros y así discutir esta entrada :).
P.