13 
"Hace mucho tiempo [tanto que parecen siglos] hubo un escritor muy  importante y famoso llamado Italo Calvino que nos invitó a pensar en una  ciudad muy bella constituida únicamente por sus canalizaciones de agua.   Una maraña de tuberías que [según Italo Calvino] partiendo del suelo  suben verticales por lo que serían los edificios, para ramificarse  horizontalmente en cada planta en la que se hallaría cada piso. Al final  de las tuberías pueden verse lavabos blancos, duchas y bañeras donde  inocentemente mujeres disfrutan porque sí del agua. La explicación  [según Italo Calvino] es que esas mujeres son ninfas que encontraron en  estas tuberías el medio óptimo para desplazarse y así vivir sin  obstáculos en su natural acuático medio. A lo que no nos invitó fue a  pensar que dentro de cada uno de nosotros existe otra ciudad si cabe aún  más compleja; el sistema de venas, vasos, arterias por las que circula  el torrente sanguíneo, una ciudad que no posee ni grifos, ni aberturas,  ni desagües, solo un canal sin fin cuya circularidad y constante retorno  consolida un "yo" con el que salvarnos de la fatal dispersión de  nuestra identidad en el Universo. Un desierto que no avanza, un tiempo  mineralizado y detenido llevamos dentro. De ahí que el "yo" consista en  una hipótesis inamovible que al nacer se nos asigna y que hasta al final  sin éxito intentamos demostrar."
Fernández Mallo, Agustín;  Nocilla Dream, Ed. Candaya, Barcelona, 2010, pp. 37, 38



No hay comentarios:
Publicar un comentario